sábado, 27 de marzo de 2010

"No tenemos nada que ver con la crisis". Diario de Alcalá.


Pepe Quero, Maite Sandoval y Paco Tous protagonizan 'Maná, Maná. El regreso', en el Teatro Salón Cervantes.


Corría 1996 cuando por primera vez se subieron al escenario Mosta, un pedigüeño alimenticio; Morci, pobre pero bella, y Lombri, un mendigo de alcurnia según su autodefición. Ellos dieron vida a la obra Maná Maná. Doce años más tarde, la compañía Los Ulen, o lo que es lo mismo, Paco Tous, Maite Saldoval y Pepe Quero regresaron con Maná Maná. El regreso.


Este fin de semana, las aventuras de estos tres pobres llegan al Teatro Salón Cervantes. Lo hacen cuando la realidad fuera del escenario –con una crisis mundial todavía latente– bien se asemeja a la que estos veteranos actores representan sobre las tablas.


Pepe Quero, el 33,3% de Los Ulen, y hasta hace poco inseparable amigo del televisivo Águila Roja, nos cuenta los secretos de este montaje teatral, donde también ejerce de director, y en el que el humor se convierte en un arma arrojadiza contra la cruda realidad donde los pobres pasan de generación en generación.


–Parece que las risas están asegurada en el TSC este sábado.

–Si ocurre lo mismo que en toda la red nacional de teatros por la que hemos llevado la obra, aquí no será menos. Tendremos risa, pero inteligente y con aguijón. Ahí está la gracia, en ser capaz de reirse de algo tan difícil como las penurias.


–Un tema duro. Entonces, ¿van a enseñarnos a salir de la crisis?

–La historia es curiosa. Estrenamos el texto de Maná Maná en 1996. En 2008 Maite, Paco y yo decidimos retomarla. Sin embargo, fue empezar a ensayar y un señor estafó 50.000 millones de dólares en Wall Street. La crisis se metió en la obra. Queremos dejar claro que no tenemos culpa de ella.


–¿Y ha cambiado mucho el montaje de 1996 al de ahora?

–Hemos variado la escenografía y le aportamos nuestro propio trabajo y progresión personal. Tenemos una especie de propio clown de nosotros mismos. Eso sin contar que ahora hay ventajas añadidas. Ya no me tengo que maquillar porque salgo monísimo siempre. Paco, por ejemplo, viene con la barriga ya puesta (risas).

Ahora en serio. También con los años se ve la vida de otra manera. No deja de dolerte ver cómo se ha convertido en un clásico hablar del hambre de unos cuantos cuando otros se bañan en leche de burra. Darse cuenta de que eso no cambia, escuece cada vez más.


–Maite y Paco. ¿Cómo son sus compañeros de penurias?

–Somos muy amigos y eso se nota en la forma de trabajar de manera extraordinaria. Al margen, Maite tiene sus trabajos, Paco triunfa con Los hombres de Paco, yo he estado en Águila Roja. Cada uno tiene su vertiente y brilla por separado pero el punto de encuentro que nos une es Los Ulen.


–Además de actuar, dirige. ¿Se ven las cosas diferentes desde la butaca de director?

–Al principio me daba bastante miedo no estar a la altura. Pero ha sido una experiencia muy enriquecedora. He aprendido muchísimo dirigiendo y creo que soy mejor actor ahora. Ahora veo más claro cuando un actor necesita ayuda, cuando requiere que alguien tire del hilo para sacar lo mejor que lleva dentro. Y lo he tenido que ver desde fuera para entenderlo mejor y luego aplicarlo.


–Es un animal de teatro pero también un rostro de la pequeña pantalla. ¿Ayuda para llenar la platea?

–Claro que ayuda, es una cuestión de estadística. En un minuto de máxima audiencia, en Águila Roja por ejemplo, te pueden ver millones de personas. ¡Tendría que vivir 400 años para meter en teatros a toda esa gente! Sin embargo, en televisión puede salir cualquiera, en el teatro no. Hace falta una técnica vocal, un trabajo de expresión corporal...

Y no quiero decir con esto que no me guste la televisión. Para nada, me encanta, pero el teatro es real como la vida misma. En la pequeña pantalla, si lo que sea no te sale, siempre te pueden doblar.


–Ahora que habla de Águila Roja, ¿qué tal la experiencia de vivir en el Siglo de Oro?

–Muy buena. Me mataron quizá demasiado pronto pero ahora me han recuperado en forma de fantasma para ir a ver a mi mujer. La verdad es que cuando comencé el rodaje de la serie me coincidió con otros proyectos. Había días en los que iba al rodaje de la serie, después al teatro y de nuevo a rodar. Eso sí, me quedé como una sílfide (y ríe)

Fuente: Diario de Alcalá.

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