Carta a Pepe Quero de su hermano Mariano en el día de su 50 cumpleaños
Querido Pepe:
Cuando yo iba a cumplir los 50 tacos me entró tal ataque de pánico que pensé, como tantos otros, que me moriría del susto, pero luego poco a poco empiezas a cogerle el gustillo a la edad y te dices, qué pollas, lo mejor está todavía por venir, y si no, que me quiten lo bebío…
Tú te acordarás de que la abuela Juana con 105 años recién cumplidos seguía pegándole diariamente a la ginebra a palo seco; bueno, pues ¡te doblaba tu edad de ahora! Y, por cierto, nunca la vieron tambalearse ni la oyeron decir ninguna estupidez, aunque sin duda en su larga vida tuvo que oír muchas. ¡A ver si eres tú capaz de llegar a los 100 sin perdonar tu gin-tonic de después de comer!
(Un poco más y la pobre Juana, que había nacido durante la Revolución de 1868, casi le sobrevive al endiosado criminal de guerra que sólo tomaba por las noches yogur y nescafé para irse calentito a la cama del brazo (incorrupto) de Santa Teresa. A saber lo que harían en la cama esos dos… No quiero ni pensarlo.)
Viendo el otro día después de tantos años “Maná, Maná” en Vícar, donde el público aplaudió con entusiasmo, me preguntaba en plan cultureta de dónde diablos sale el genio de los Ulen. Uno diría a bote pronto que viene, entre otros, de Valle-Inclán y de Alfred Jarry, de Darío Fo y del neorrealismo, de Chaplin y del Gordo y el Flaco, de Berlanga y de Buñuel, de Quevedo y del Lazarillo, de Alfonso Sastre y de Fernán-Gómez, de Fellini y de Pasolini, de Tip y Coll y de Miguel Gila, del Hermano Lobo y del Papus, del mimo y del guiñol, del teatro del absurdo y, por supuesto, del por todos añorado Friedhelm Grübe, vuestro maestro. Y así, yo iba pegando los rostros de estos héroes de la cultura popular en el cartel imaginario de vuestra obra, como hicieron los Beatles con los suyos en la genial portada del Sargeant Peppers. (Si me copiáis la idea me chivo a Ramoncín).
Pero luego me acordé de aquella broma, a cuyo ignorado autor habría que convidarlo a un choto al ajillo regado con abundante mosto de la Contraviesa, y que siempre repito como un disco rallado para impactar a los turistas, que asegura que si Kafka hubiera nacido en España sería un escritor costumbrista…
Porque en vuestra imaginación creadora, al lado de estos grandes héroes contestatarios, yo creo que trabajan con igual brío los personajes populares que malvivían por los paisajes desolados de nuestra infancia y adolescencia. Esa gente vivía sometida a una dictadura criminal que en el fondo era una alianza mafiosa de sotanas, togas, militares de alta graduación, policías, delatores, especuladores, banqueros y terratenientes, frente a los que un pueblo indefenso y políticamente descabezado no disponía de otras armas que el humor, la ironía, el absurdo, la frescura, la picaresca, el ingenio y el descreimiento.
Pero sería ilusorio pensar que se los ha tragado la tierra. Siempre han estado ahí, lo que pasa es que no los veíamos, o no queríamos verlos.
Y por eso, junto a los artistas consagrados de mi imaginario cartel, habría que colocar, creo yo, a estos tipos populares maestros de la supervivencia que se ríen de sus sombras aunque están muertos de hambre, algunos de los cuales, entre ellos a la querida y centenaria abuela Juana, los Ulen han reivindicado en sus maravillosas historias.
En fin, levantad vuestra copa de ginebra “Palo Seco” y brindad a la salud de Pepe y de los Ulen, para que los próximos 50 años, con humor sangrante, sigan fustigando a los poderosos y dando voz a quienes nadie quiere escuchar. Que para eso está el teatro, digo yo.
(Aplausos para Pepe y los Ulen, por favor)
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